miércoles, 7 de julio de 2010
A la de tres salimos corriendo- dijiste mientras se te escapaba una sonrisa juguetona de la boca - una, dos, y... No recuerdo escuchar el tres. Salí del coche y me adentré en el aguacero. Oía el chapoteo de tus pies corriendo detrás de mí, y por delante no veía más allá de la cortina de agua que, a medida que avanzaba a través de ella, se me calaba entre la ropa y me enfriaba hasta los huesos. Corrí sin parar hasta llegar al portal, a salvo de la lluvia, y me apoyé contra la puerta con una sonrisa tonta pegada en la cara. Al segundo llegaste empapado, el flequillo mojado te rozaba las pestañas.
- Se me ha mojado hasta el alma- dijiste, y volviste a torcer la sonrisa. No sé que tubo de especial esa sonrisa, pero ella tubo la culpa de mi reacción. Recuerdo que cogí tu rostro con las dos manos y te besé como si nunca lo hubiese hecho o como si fuera la última vez. El frío y la lluvia pasaron a un segundo plano. En ese momento solo tenía cabeza para el juego de nuestras lenguas enredándose ..Y joder, nunca tube tantas ganas de hacerte el amor como en aquella noche
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